En una ciudad llena de atracciones culturales, el Museo d'Orsay, situado sobre la ribera izquierda del Sena en París, es una visita que debe hacerse por dos razones principales. La primera es la asombrosa colección de arte -desde pinturas y esculturas hasta mubles y fotos- que trata de sobrecoger los sentidos en cada sala y en cada rincón. La segunda es el edificio en sí mismo. Lo que ahora es un monumento a la historia del arte, fue alguna vez una estación de ferrocarril, erigida a tiempo para la Feria Mundial de 1900 con un esplendor de final de siglo que hiciera juego. En 1986 el entonces presidente de Francia François Mitterrand completó su transformación, y desde entonces se ha consolidado como uno de los mejores museos de arte en el mundo. El cuerpo principal de obras viene del arte francés entre 1848 y 1914, pero cada uno tendrá sus favoritos: desde 'Baile en el Moulin de la Galette' de Renoir, pasando por 'Naranjas y manzanas' de Cézanne hasta la 'Siesta' de Van Gogh, pintada mientras estaba en un asilo mental, el Museo d'Orsay ofrece una prodigiosa selección de talento y estética. Los apasionados por la cultura no necesitarán una segunda invitación.
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